sábado, 9 de enero de 2010

Disrupciones escolares: el pan nuestro de cada día.


No hay día que pase sin que un profesor/a se tenga que enfrentar con pequeñas interrupciones durante la clase, y no me estoy refiriendo a preguntas sobre la materia impartida.
Estas pueden ir desde un simple cuchicheo, pasar por el trasvase de notitas, la realización de preguntas sin sentido o distractoras, o incluso llegar el alumno/a a levantarse de su sitio. Dichos comportamientos diariamente pueden llegar a producir un clima de clase desagradable y tenso, que no facilita en absoluto el proceso de enseñanza-aprendizaje, principal objetivo de un centro escolar.
El problema es que no es tan sencilla la solución como sancionar al alumno y ya está, soy profesora y se que no es tan fácil. Antes deberíamos de plantearnos cosas como si nuestra explicación esta siendo asequible y amena para los alumnos, si las normas de comportamiento en clase están claras y han sido consensuadas y aceptadas por todos los alumnos, o si hay ciertos alumnos/as a los cuales hay que prestarles una especial atención para evitar que su comportamiento se vuelva problemático.
Nos encontramos ante una sociedad mucho más democrática, donde el autoritarismo de antaño ya no basta, pero donde, en las aulas, no se han dejado bien claros los límites a los que hay que atenerse; por ello entre todos debemos de trabajar para conseguir un buen ambiente de trabajo; es fundamental para no derivar a conflictos más graves.

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